He dado el equivalente a 6 vueltas al mundo en mi Chieftain.
El francés Alain Wundrack nació en Saint Avold, en el noreste de Francia, pero vive "exiliado" en Narbona, en el sur del país, desde hace más de 40 años. Lleva quemando rueda desde que se sacó el carné de conducir con su primera 125cc, una Motobecane LT2.
Una moto llevó a otra, hasta llegar a una Hayabusa ultrarrápida en 2014. Fue entonces cuando Alain se dio cuenta de que una buena moto podía ser algo más que ver cuanta velocidad podía alcanzar. A medida que se acercaba su merecida jubilación, Alain pasó unos días visitando concesionarios en busca de una moto que le ofreciera una experiencia de conducción diferente. Necesitaba una máquina divertida, con carácter y par motor, con buen agarre a la carretera, frenada y confort.
Unos kilómetros sobre una Chieftain (y un par de vueltas a una rotonda con una buena inclinación en medio de una lluvia de chispas ante la mirada alarmada del concesionario Indian de Montpellier) convencieron a Alain de que había encontrado lo que buscaba. 270.000 km después (el equivalente a casi siete vueltas al mundo), la misma Chieftain sigue devorando el asfalto con la misma majestuosidad. Alain es cuidadoso y meticuloso, mejora la moto con algunos accesorios para embellecer sus líneas y la limpia a diario. Tras nueve años en la carretera por toda Europa (aventurándose tan lejos como Cabo Norte, en Noruega), su Chieftain sigue tan reluciente como siempre. Aunque suele conducir en solitario, a veces Alain viaja con su pareja a los mandos de una Springfield, o con algunos amigos en el País Vasco. Muchos de sus conocidos le preguntan qué problemas ha tenido después de hacer tantos kilómetros. Alain siempre responde con orgullo (y un poco irritado) con una sola palabra: ninguno. Corto, claro y directo. El hecho es que es muy meticuloso en lo que respecta a la conservación y el mantenimiento y nunca ha tenido ningún problema en la carretera. Su concesionario tuvo que convencerle de que había que cambiar la cadena de transmisión después de 200.000 km (y, por supuesto, los piñones también).
Alain es un verdadero embajador y tiene muchas historias que contar cuando se encuentra con otras personas en sus viajes. La primavera pasada tuvo una idea aún mejor: correr la voz visitando 36 concesionarios Indian de toda Francia, compartiendo su increíble y única experiencia a lomos de su Chieftain. Conectado a Waze, completó su misión de 7.000 km tras 11 días sobre el sillín. Cuando no está a horcajadas de su Chieftain, Alain suele estar en su estudio dedicándose a su otra pasión: la escultura, creando verdaderas obras de arte concebidas durante sus viajes por carreteras largas y sinuosas en las que su mente puede vagar libremente.
Arte metálico
La obra de Alain se puede ver en la Galerie Chipot,
34210 Minerve Francia
lachouettedeminerve.com
Alain no habla mucho de su arte metálico, una faceta oculta de su personalidad que aflora imponente y majestuosa en sus esculturas, expuestas en una galería. Alain tiene un cuaderno de bocetos donde garabatea ideas fruto de su inspiración, tal vez durante las noches de insomnio. Poco a poco, la idea va madurando y tomando forma pieza a pieza. A continuación, el artista va en busca de las piezas, todas ellas trozos metálicos de motos que recoge aquí y allá. A continuación, el estudio cobra vida en un frenesí de actividad con la fabricación, el montaje y la soldadura de cada pieza: todas necesitarán ajustes y modificaciones. Por último, fresa, lija, pule y barniza para igualar los tonos y resaltar las formas, los aspectos y los materiales, para que la obra de arte única y acabada encarne su espíritu original.
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